Saturday, October 30, 2010

La multitud sólo se crea en las calles


Lo de estos últimos días en la Argentina es el resurgimiento del poder de una multitud que se encuentra y materializa en los espacios públicos, y que rompe con el hechizo adormecedor de los relatos producidos por grandes conglomerados económicos que consumimos a través de televisores, radios y computadoras: pequeños espacios domésticos que nos conectan pero a menudo también nos fragmentan y hacen del espacio público sólo un canal de tránsito para ir al laburo o a la facultad.

Miles y miles de personas en todo el país cuentan una y otra vez la misma experiencia: el estar en la calle junto con tantos otros cuerpos dolidos para rendir homenaje a Kirchner y apoyar a Cristina produjo un descubrimiento, una especie de iluminación: no éramos tan pocos como nos decían; somos muchos más de lo que nosotros mismos pensábamos; y estamos acá porque nos damos cuenta de que en realidad por primera vez en la vida tenemos un gobierno con el que, a pesar de mil errores y torpezas, nos identificamos; por más que sea una identificación creada por el espanto de lo que sería la alternativa.

Este blog es sobre espacio y política, y lo de estos días confirma que el espacio es el terreno más fundamental del la política, porque la política y el poder son en última instancia las fuerzas que determinan la ubicación y el movimiento de cuerpos en el espacio. Desde cómo se paran o sientan los laburantes en una fábrica hasta el derecho de gente indígena de ocupar la tierra de sus antepasados, todo pasa por cómo se regula políticamente el derecho o la obligación de que ciertos cuerpos puedan estar, o no, en ciertos lugares. Y lo que crea la multitud en las calles es justamente es capacidad de afectarnos mutuamente, como diría Spinoza, a través de nuestros cuerpos que se ven, se oyen, se tocan y se afectan e influyen en un torbellino creador (ya que estamos, este es un tema sobre el que estoy laburando en el libro, por ahora en estado germinal, Space and Politics).

La multitud, que Hardt y Negri suelen tratar como un fenómeno etéreo, sólo existe y sólo se crea en el espacio público, en la calle y en la plaza, y en muchos casos requiere una voluntad de lanzar nuestros cuerpos a esos espacios rompiendo el hechizo mediático de que tal multitud no puede existir, y que "la calle" como espacio de la política es parte del pasado, una nostalgia setentista pasada de moda dejada de lado por facebook, youtube y clarin.com.

Es fascinante ver la respuesta de los medios de la derecha a la conmoción creada por la desaparición física de su enemigo mortal, siempre pintado como "el monje negro" del poder desde una postura machista difícil de disimular (en una pareja, se asume que es el hombre el que lleva las riendas). Por un lado, están los que especulan que sin el líder macho Cristina debe asumirse como mujer sumisa y "cambiar el rumbo". Fue lo primero que escribieron los columnistas de La Nación y Clarín el miércoles a la tarde, y creo que a esta altura ya se están dando cuenta que nada de eso pasará, y que lo suyo fue una expresión de deseos.

Pero para mí lo más interesante en cuanto al espacio y la política es que, en su gran mayoría, los columnistas de Clarín y La Nación y políticos como Macri y De Narváez especulan sobre el futuro viendo cómo actuará tal o cual gobernador, qué hará Scioli, qué harán los intendentes, qué hará Solá... Lo hacen porque para ellos la política es una trama superestructural, donde las masas en la calle y en los espacios públicos no son más que ruido molesto, al que temen pero no terminan de comprender y que por ende no pueden sino ver con estereotipos gastados.

Juan José Sebrelli, hace rato usado como pensador-trofeo por La Nación (cómo ex-izquierdista que se ha hecho "serio"), escribe hoy que en realidad la pasión que se vio por las calles es sólo la fascinación primitiva por la muerte del caudillo, un reflejo de gente-ganado que en el fondo no es libre (al contrario, por supuesto, de los lectores serios de La Nación). Sólo Jorge Fernández Díaz también en La Nación propone una lectura más acorde con la pasión de la multitud en las calles, y descubre, sorprendido, que hay que admitir que el kirchnerismo es... (wow!) "un fenómeno de masas".

"Un fenómeno de masas". Creo que pocos hubieran hecho tal caracterización antes del 27. Como escribí en el blog de ayer, sí creo (como muchos) que el 27 de octubre marca el surgimiento del kirchnerismo como un fenómeno de masas y por ende como algo cualitativamente distinto, si bien sus rizomas vienen expandiéndose y creciendo horizontalmente desde hace unos años. Pero lo que quiero resaltar acá es que este poder que muchos recién ahora están descubriendo es un poder que sólo se puede crear y manifestar en el espacio público, y sobre todo en la conjunción de cuerpos antes dispersos en un mismo espacio, y afectados por una misma sintonía y en este caso un mismo dolor. Que no es tanto, o no sólo, el dolor por el que murió sino también el reconocimiento de que los intereses que desde siempre conspiran contra "el gobierno K" conspiran también contra derechos colectivos ganados en estos años, e impensables años atrás. Y esta fue una expansión de derechos contra la que que los medios y la derecha opusieron una feroz resistencia.

La web, los blogs, la TV, siguen siendo conductos centrales en cómo nos entrelazamos en nuestros cuerpos dispersos. Pero a veces la fascinación con la virtualidad de la internet nos hace olvidar que el poder más poderoso de todos, ese que cambia la historia (desde la revolución francesa hasta el 20 de diciembre de 2001), sólo se forja con cuerpos lanzados colectivamente en el espacio público: en la calle como terreno fundamental de la política. Los que creen que por estar en el siglo XXI el rol del espacio en la política está en camino de desaparecer, se equivocan. Y veces nos olvidamos que la calle está siempre allí, y que a veces lo más difícil de lograr es entrelazar voluntades para salir a reclamarla.

2 comments:

  1. La cita que haces de Francia y su tradición de lucha en las calles me recuerda que allí en estos días salieron de a millones para defender derechos obreros amenazados en esta Europa decadente y desesperanzada.
    Cuerpo a cuerpo... también canta un cuartetero local jijii.
    Parece joda pero no. La unión de los cuerpos es lucha, resistencia, potencia para imponer un proyecto colectivo, goce...
    El neoliberalismo celebró, exaltó el individualismo pajero, excéptico, el del pensar es todo lo mismo... Divididos le cantó a la era de la boludez.
    Pero lo inesperado de este aire del sur nos dice que no es todo igual vino a marcar líneas divisorias y los que nos reconocemos del mismo lado de la raya nos merecemos una buena orgía.
    Convertir la tristeza una pasión alegre ya que mencionaste a Spinoza.
    Un abrazo
    Hernán

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  2. Parafraseando a nuestro amigo Jon en relación a la hegemonía, que parafrasea a Deleuze en relación a la ideología, no existe ni nunca existirá el pueblo: lo unico que existe es(son) la(s) multitud(es). las calles son temporariamente 'prestadas' pero las calles siempre son de las multitudes, como las plazas, parques y todo lugar donde las multitudes puedan expresarse y aumentar su potencia de obrar. El mito de un pueblo unico, indivisible, esencial atado a una tierra y con un estado-nación nunca fue más que un mito. Son las multitudes en las calles las que le recuerdan a los estados-naciones quienes son los dueños de lo político, son los cuerpos pegados, aplastados, sudados, en contacto los que desbordan el mito del contrato. Calle rima con clase. Están la clase de la calle y la clase contra la calle. Muy buenos posts Gaston. Saludos. Rafa

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