Wednesday, December 15, 2010

Los espacios del fascismo


¿Es posible de hablar de una concepción fascista del espacio? En estas líneas intentaré argumentar no sólo que sí, sino que la territorialidad es fundamental en la derecha autoritaria, aquella que celebra la violencia represiva y la exclusión espacial de cuerpos considerados inferiores. Los episodios de Villa Soldati son iluminadores para analizar cómo la derecha percibe el espacio, y cómo las ansiedades espaciales de lo que suele llamarse el "centro-derecha" pueden llevar rápidamente a posturas de corte fascista, que dejan de lado toda moderación y celebran abiertamente la violencia y la muerte de cuerpos inferiores-temidos como una fuerza purificadora y ordenadora del espacio.

El viejo dicho de que un fascista es un pequeño burgués asustado es un buen punto de partida, porque enfatiza que lo que llamamos fascismo en el sentido coloquial, como una postura subjetiva-política antes que un aparato estatal-institucional, es un posicionamiento inestable que se solidifica con el miedo (en otras palabras, el "enano fascista" que de repente le sale de adentro a un ciudadano "común y corriente"). Esta expresión suele hacer referencia al temor pequeño burgués a la radicalización de la multitud y a la pérdida de su pequeña parcela de propiedad privada. Pero lo que quiero enfatizar aquí es que éste es además un temor con un claro contenido espacial-territorial: el miedo a una multitud que invade espacios antes considerados seguros, el miedo a que la separación espacial con cuerpos diferentes se disuelva, y que por ende esos cuerpos invadan el espacio propio.

En mi post anterior, analicé cómo el fascismo hecho poder de Estado siempre ha buscado purificar el espacio nacional de cuerpos considerados extranjeros y amenazantes. Por ello, la segregación territorial ha sido el pilar de regímenes de extrema derecha o conservadores: los ghettos judíos creados por los nazis; la reclusión de personas negras dentro de republiquetas títeres en Sudáfrica durante el Apartheid o en ghettos urbanos en Estados Unidos; el hecho de que cuerpos indígenas tenían prohibido acceder al centro de La Paz en Bolivia hasta la década de 1950, entre otros ejemplos. Lo fundamental era mantener una separación espacial entre los cuerpos propios y los cuerpos indeseables y temidos (judíos, negros, indios).



En el pensamiento de corte fascista-autoritario, por ende, el espacio ideal es un todo ordenado y corporalmente homogéneo, con jerarquías espaciales claras (ejemplificadas en una arquitectura de corte monumental) y con límites bien definidos, con un adentro y un afuera, donde lo externo es fuente de temor y amenaza. Pero este espacio idealizado, claro está, es pura fantasía. Todo espacio es poroso y está marcado por múltiples formas de movimiento, ruptura y fluidez, con vectores de movilidad que todo el tiempo socavan distinciones entre un adentro y un afuera. Y por ser una fantasía permanentemente negada por la realidad, esta concepción no puede más que llevar a la paranoia, que como lo analizaran Giles Deleuze y Félix Guattari en Anti-Edipo es un rasgo propio de una subjetividad de corte fascista. En este caso, la paranoia de que cuerpos temidos están siempre al acecho, amenazando el pequeño y frágil espacio de pequeño burgués (que se transforma en un espacio "pequeño pequeño", para parafrasear la película de Monicelli).

Durante los saqueos de 1989, en los momentos finales del gobierno de Alfonsín, en zonas prósperas de San Isidro como la Horqueta, separada del pobrerío de monoblocs sólo por la autopista panamericana, reinaba el terror. Muchos vecinos bloquearon calles con neumáticos y prepararon sus armas listos para repeler la invasión que se venía, pues muchos aceptaban como una realidad los rumores paranoicos de que "se vienen los villeros", como si lo que se venía del otro lado fuera un malón de indios salvajes. Fue en esos mismos días que Mariano Grondona hizo su célebre y desesperado llamado: "hay que sacar los tanques a la calle" (para aniquilar el malón).



Con la ocupación de tierras en el Parque Indoamericano se recrearon similares terrores de corte paranoide sobre la presencia amenazante de un multitud salvaje que de pronto, y sin previo aviso, había quebrado límites espaciales que parecían ser estables. Al igual que en 1989, si uno leía las páginas de La Nación o Clarín o si miraba TN, la sensación era que el sur de la ciudad de Buenos Aires había sido tomado por un malón de extranjeros-indios que había expulsado al Estado de dicho espacio. Por eso, cuando Maurizio Macri declaró que la violencia era producto de una "immigración descontrolada" el mensaje era el de un burgués asustado por lo "descontrolado" del movimiento de cuerpos extranjeros en el espacio argentino. Lo que se había "descontrolado" era una estricta separación entre cuerpos propios y ajenos en espacios con límites bien definidos.



Y esta invasión de tierras y lotes aledaños en los días siguientes, que Clarín, TN y La Nación dramatizaron con titulares totalmente alarmistas (al estilo "¡se viene el malón!"), despertó entre varios sectores terrores paranoicos de que con ello se resquebrajaban los límites espaciales de toda la sociedad. Esta invasión boliviana-paraguaya-negra significaba, por ende, también la ruptura de los límites espaciales que protegen los espacios privados de los hogares burgueses y pequeño burgueses.

Quien tal vez expresó con mayor claridad este temor, y el consiguiente llamado a una violencia civilizadora, fue un tal Javier Miglino, titular de la "Organización Vecinal Defendamos Buenos Aires" al que La Nación le publicó un burdo panfleto titulado "Mañana puede ser nuestra casa". Además de ser un llamado a la violencia contra esos cuerpos intrusos que este hombre presentó como "forajidos" (violencia que, como sabemos, implementaron las patotas asesinas ligadas al macrismo), esta nota es ejemplar de la visión paranoica del espacio. Es claro que para este personaje "defender" a Buenos Aires es una defensa de tipo territorial y horizontal, que debe crear un cerco defensivo y militarizado que impida que los malones de indeseables invadan los espacios de la gente como uno, lectores de La Nación. Y es claro también que su diatriba es un intento de sembrar terror en el alma del pequeño burgués porteño, al concluir: "Hoy es Villa Soldati, mañana puede ser nuestra propia casa".



Sin duda, muchos de los que participan de este miedo discriminador no son pequeño burgueses sino trabajadores empobrecidos, como "los vecinos" de Villa Soldati que llamaban al exterminio de bolivianos y ocupas. Pero esa actitud es inseparable de la usina propagandística de las grandes corporaciones mediáticas y del gobierno eminentemente burgués de Maurizio Macri que desde hace años vienen demonizando la inmigración de países vecinos, que una movilera de Radio Mitre recientemente presentó como "de baja calidad" y que siempre es contrastada negativamente con la inmigración de "mejor calidad" que vino de Europa hace un siglo (ver la excelente nota de Mariana Moyano en Página12).



Pero claro, esa misma gente que idealiza a los inmigrantes tanos y judíos de hace un siglo "se olvida" de mencionar que hace un siglo, esos mismos inmigrantes eran demonizados y asesinados con argumentos idénticos a los utilizados hoy en día para asesinar a ocupas bolivianos en Villa Soldati. Durante la semana trágica de enero de 1919, milicias de jóvenes aristocráticos y fuerzas policiales y del ejército masacraron cerca de mil inmigrantes europeos en las calles de Buenos Aires, muchos de los cuales fueron cazados y ejecutados como animales salvajes. Desde el Estado y los medios dominantes de la época se justificó la masacre como una violencia purificadora y ordenadora del espacio, que buscaba limpiar el espacio de Buenos Aires de cuerpos indeseables, temidos y descontrolados, marcados como judíos-anarquistas-socialistas y sobre todo como "extranjeros".

En Anti-Edipo, Deleuze y Guattari sostienen que el fascista no es simplemente alguien que actúa por haber sido engañado o manipulado sino que es un sujeto que desea ardientemente, y con pasión, estar supeditado al poder protector y violento del Estado. En la Argentina de fines de 2010, se está generando una creciente polarización política en la que el anti-kirchnerismo se está consolidando sobre todo en Buenos Aires como un polo de extrema derecha que clama con pasión por la violencia civilizadora. Es una pasión triste, como diría Spinoza, motivada por su creciente temor al poder de la multitud de controlar el espacio y desdibujar viejas fronteras territoriales.

Saturday, December 11, 2010

La violencia xenófaba en espacios contaminados de extranjeros



La violencia suele ser un acto de disputa territorial, que busca sacar a ciertos cuerpos de determinados espacios. La violencia en Villa Soldati es un claro ejemplo de esta dinámica corporal y espacial, así como lo han sido los recientes asesinatos políticos en la Argentina: Mariano Ferreyra fue asesinado por tratar de cortar vías del ferrocarril marcadas como espacio propio por la patota que lo atacó; y en Formosa, la policía mató a Roberto López con el fin de sacar los cuerpos de indios molestos de un ruta bloqueada.

Pero cuando se trata de una violencia xenófoba-nacionalista, esta dimensión territorial suele agudizarse y adquirir una mística purificadora, pues lo que se busca extirpar violentamente son cuerpos extranjeros percibidos como contaminantes del territorio nacional. No es casual que el fascismo sea afecto a metáforas que enfatizan la limpieza étnica-racial del espacio nacional en sus diatribas paranoicas contra el desorden, suciedad y contaminación traídos por los extranjeros desde lugares temidos.

Todos estos elementos han convergido sobre Villa Soldati como un torbellino de pesadilla: policías y matones armados atacando y matando a ocupantes del descampado del Parque Indoamericano al grito de “¡bolivianos de mierda!” y “¡viva Macri!”. Y desaforados vecinos de la zona agitando banderas argentinas y gritando “¡hay que matarlos a todos!” y “¡vamos Argentina!”



Con un resultado de cuatro personas asesinadas y una enorme cantidad de heridos, esta violencia ha sacado a la luz lo peor de la derecha argentina, que en su expresión mediática e institucional no ha hecho más que incrementar el odio xenofóbico y el espiral de destrucción. La historia del fascismo nos enseña que gente común y corriente no sale simplemente a celebrar al exterminio porque sí o gratuitamente. Lo hace luego de una largo trabajo de bajada de línea mediático-institucional que los predispone a ver al extranjero como un enemigo amenazante. Genocidios como los creados por los nazis en Europa o los extremistas hutu en Rwanda no tuvieron nada de espontáneo, sino que requirieron de años de adoctrinamiento.

Es por ello que las declaraciones xenófobas de Maurizio Macri son particularmente graves, porque antes que condenar el asesinato de personas desarmadas por parte de la policía arremetió contra “los inmigrantes” que se habrían apropiado de un pequeño espacio de la ciudad de Buenos Aires. “Un campamento donde el precio de la tierra se discute en guaraní”, tituló el diario La Nación uno de sus artículos, aportando lo suyo a esta demonización espacial-corporal, que marca a ese lugar como invadido y controlado por una masa informe de cuerpos extraños. Y es indudable que ello contribuyó al incremento de la violencia y a la formación de bandas de forajidos armados que salieron a cazar “bolivianos”, y que ejecutaron a un joven de un tiro en la cabeza tras bajarlo de una ambulancia.

Esta violencia ha sido tan brutal porque además este espacio estigmatizado como boliviano-paraguayo está dentro de un espacio más amplio y muy particular: la ciudad de Buenos Aires. Villa Soldati se transformó en una especie de tumor cancerígeno que amenaza el espacio más blanco de la Argentina blanca y gobernado además por la gran esperanza blanca, Maurizio Macri. El que el espacio en disputa se llame además Parque Indoamericano agrega una dimensión surrealista que pareciera acentuarlo como objeto de violencia xenófoba, como espacio salvaje dominado por esa indianidad que acosa a la Argentina desde fuera de sus fronteras.



Los voceros de la derecha (ver las columnas en tono histérico de Joaquín Morales Solá en La Nación) han acentuado esta imagen de que de repente se formó un espacio de barbarie dentro del territorio nacional y que el Estado no controlaba. Como si lo desolado de dicho lugar no fuera producto de la política neoliberal macrista y como si las policías federal y metropolitana no hubieran descargado un abrumador poder de fuego sobre dicho espacio supuestamente fuera de su alcance.

El intento de purificar el espacio nacional por medio de la violencia sobre cuerpos vistos como extranjeros y contaminantes ha definido buena parte de la historia del fascismo. El Estado nazi buscó hacer de Europa un espacio liberado de cuerpos judíos y gitanos. La extrema derecha hinduista llevó a cabo numerosas masacres de musulmanes en su afán de convertir a la India en un territorio homogeneizado por una sola religión. El Partido Poder Hutu en Rwanda buscó eliminar a los tutsis, vistos como extranjeros venidos de Etiopía, del tejido espacial de la nación. Y recientemente Sarkozy ha sacado por la fuerza, con mejores modales que los nazis pero siguiendo su ejemplo, a cuerpos gitanos del territorio francés.



La Argentina tiene su propia genealogía de violencias presentadas como civilizadoras y purificadoras del espacio nacional, desde las masacres de indígenas, gauchos e inmigrantes alzados hasta el exterminio de “subversivos” y “elementos ajenos al ser nacional” que había que eliminar para hacer florecer a la nación. La derecha que representa Mauricio Macri es la heredera natural de dicha genealogía, como él mismo se ha encargado de hacernos recordar en estos días de violencias civilizadoras sobre cientos de familias que osaron ocupar un terreno abandonado en las márgenes empobrecidas de la ciudad de Buenos Aires.

Sunday, December 5, 2010

Wikileaks as Global Rhizome


By Monday December 6, Wikileaks seems to have substantially recovered from the wave of cyberattacks it sustained the previous week, which had shut down the website on several ocassions. Now there are 507 (and counting) mirror websites of Wikileaks based in domains all over the globe, in New Zealand, Australia, Argentina, Portugal, Germany... More importantly, it seems that most of these mirror websites are being hosted by people originally unconnected to Wikileaks, and who are simply joining forces in a grassroots, expansive global movement aimed at countering state and corporate censorship.

Wikileaks is rapidly turning into a global rhizome, which the US government and its corporate allies may shut down in one node (Amazon) but that quickly emerges in hundreds of new nodes elsewhere on the planet, through a strategy of horizontal expansion and interconnectivity that in being fundamentally decentered, mobile, and elusive defies censorship and cyber-attacks. "A rhizome may be broken, shattered at a given spot, but it will start up again on one of its old lines, or on new lines,” wrote Giles Deleuze and Félix Guattari; and these lines “always tie back to one another."

In my previous blog entry, I highlighted the importance of the spatial location of certain internet domains used by Wikileaks in order to avoid censorship, which have largely concentrated in northern European countries with strong legal protection for free speech.

Yet in his dialogue with readers of The Guardian last Friday, Julian Assange revealed another dimension of the global spatial strategy of Wikileaks, which is to base their domains in countries that they knew would shut them down. In his words, "Since 2007 we have been deliberately placing some of our servers in jurisdictions that we suspected suffered a free speech deficit in order to separate rhetoric from reality. Amazon was one of these cases." Some have seen the brief reliance on Amazon as an expresion of the naive amateurism of Wikileaks activists. But Amazon seems to have been the target of a clever (and eminently spatially-oriented) publicity stunt by Wikileaks aimed at exposing the hypocricy of the US government and US media when it comes to defending "freedom of expression" within the territory of the United States. The message is clear: in that part of the world, the right to freedom of expression is much weaker than most Americans think.

This territorial demarcation was also clear in the move by two major US-based companies, PayPal (owned by e-Bay) and the service-provider Everydns, to sever their connections to Wikileaks last week. This move has spatially shifted the terrain of this cyber-confrontation across the Atlantic and back to Europe, where the private companies that are redirecting Wikileaks online contents are now under intense pressure from the governments of the national spaces in which they are based.

The clearest case is that of France, whose government is working hard to terminate the relationship between Wikileaks and the French companies Octopus and OVH, whose domains partly host the US State Department documents revealed by Wikileaks after the Amazon domain was shut down. But similar, nationally-grounded processes have involved Switch, a non-profit registrar set up by the Swiss government that is also partly hosting Wikileaks and has rejected pressure to take it off the web (previous media reports had erroneously claimed that the Swiss server had stopped its links with Wikileaks).



The very rapid expansion of mirror Wikileaks sites in the last few hours is creating a global rhizome that is harder to crush and control and that reveals a key dimension of the global geographies of cyberactivism. The practice of flooding the web with hundreds of functioning Wikileaks websites is a strategy of spatial opacity, of being everywhere and nowhere at the same time, so that it is harder for government-paid hackers to identify locations vulnerable to cyberattack.

And this spatial opacity brings to mind older patterns of resistance to state power, when fighting oppresive regimes entailed the formation of small collectives of bodies (that could not even dream of computers or internet service-providers) moving around in thick forests. My colleague Hernán Cazzaniga made an illuminating comment on facebook about my previous blog entry on Wikipedia: that Julian Assanges on the run from Interpol is somehow comparable to Che Guevara hiding from the Bolivian Army in the forests of Bolivia, the difference being that Assange is hiding "in a jungle discoursively overinformed that nonetheless requires physical supports in order to sustain that other space."

I like the metaphor of cyberspace as a terrain of struggle that resembles the opaque jungles that in the 20th century provided cover to ragtag guerillas fighting a more powerful yet less flexible enemy. The difference, however, is that state-corporate power controls much of the flows that make up the jungles of cyberspace, in a process in which cyberactivism also entails a struggle to define the shape, content, configuration, and openness of this virtual terrain. A virtual terrain that would vanish into thin air without the physical support created by millions of computers and living bodies based in actual places all over the world.

Big Brother is working very hard, both in China and the US, to make the internet more transparent (less jungle-like) to its Big Eye. But countless people all over the world are working even harder to create a different form of transparency: one that turns dirty state secrets, the ones Big Brother does not want us to know about, into public platforms for democratic debate and accountability.

Friday, December 3, 2010

Wikileaks and the Global Geography of Cyberwarfare



The guerrilla cyberwarfare that currently exists between Wikileaks and the various governments that are desperately trying to crush it reveals the global, fast-paced, dizzying, and irrevocably spatial nature of the confrontations of the 21st century unfolding on the web.

The media tends to present this as a virtual struggle between government and non-government hackers over the control of the information flowing through the non-space of the internet. Yet it is apparent that this is also a confrontation over the control of servers based in myriad places: actual computers anchored in particular national territories, which spread the content of Wikileaks all over the globe through a sophisticated network of allied sites that try to hide those locations.

This is why the main target of the US government and its hackers have been these servers, which Wikileaks activists keep moving around from one country to the next as they are subjected to relentless cyber-attacks.

The geography of the guerrilla cyber-activism of Wikileaks was clear from the start. A Wikileaks team worked on its "Collateral Murder" Video, which documents the murder of civilians in Iraq by the crew of a US apache helicopter, in Iceland, the country with the most strict freedom of information and whistleblowers-protection in the world.



And until recently, Wikileaks has relied on a Swedish internet service-provider which then routed submissions to a server based in Belgium and then to servers in other undisclosed countries with strong legal protection for freedom of expression. But in the past few days the cyber attacks on Wikileaks have been so fierce and sustained, that the website has been effectively shut down and the activists shifted to servers in multiple parts of the planet including the Amazon.com server for a brief moment. After Amazon abided by US pressure last Wednesday, the server shifted to Switzerland for a few hours, and according to the last media reports (December 4) the site is now based in servers located in Holland, Germany, and Finland.



That most of these servers are in northern European countries reveals that there is a consistent spatial thread in this global cyberwarfare, for these national territories provide relatively safer if ultimately fragile havens for cyber-activists. A minister in the government of Ecuador led by Correa announced it offered Julian Assange and his activists a safe haven from international prosecution, but then backed down. The social democracies of northern Europe, in this regard, are the main spaces contributing to shaping the global geographies of these cyber-confrontations by challenging the attempt by the US government to turn the globe into a smooth space for its attempts at censorship. Yet the fact that the Interpol hunt for Julian Assange was initiated by a Swedish court also reveals the fragility of these havens, and the fact that powerful actors within this countries have fully sided with the US.

The move by Amazon and now PayPal to cut any ties with Wikileaks also reveals that this elusive network is under attack by a common corporate-state front that is openly hostile to the idea of a transparent and democratic access to the web. And the overall aim of this move is to restrict the number of actual places from where these activists can do their work.

Meanwhile, Julian Assange is a hunted man, who has been on the move and in hiding for several months. The corporate media and right-wing politicians in the US are presenting him and his fellow activists as "cyber-terrorists" and "enemy combatants" with "blood on their hands" that should be "taken out" by the CIA. The irony is that those responsible for, or complicit with, the murder of countless numbers of men, women, and children in Iraq and Afghanistan are now accusing those denouncing those crimes for having "blood on their hands". George Orwell could as well have written a book called "2010".



Following a trend accelerated by 9/11, the language of "terrorism" is now being used to demonize any type of democratic activism on the web. The US government is increasingly sounding like the Chinese government in this regard, a worrisome move. And the struggle over Wikileaks also involves the attempts by various states to capture an elusive body moving in space, that of Julian Assange.

This is why the cyber-confrontations currently involving Wikileaks are so important for those of us who believe in a democracy not ruled by unaccountable corporate and state power. And it is equally important to keep in mind that this cyberwarfare is an extremely dynamic, mobile, horizontal process over the control of space. A reminder, in other words, that what we call "globalization" or "cyber-activism" involves not only flows of information moving across the world at dizzying speed but also the actual control of mundane spaces: such as computers sitting on a desk somewhere in Iceland, Finland, or Holland.

The struggle for a global democrary, therefore, should include demanding our respective national governments that it is imperative to protect these spaces from state attempts to crush free access to information that concerns us all.

Wednesday, December 1, 2010

El neoliberalismo sigue reinando en los espacios devastados por los agronegocios



Ayer hablé en Radio Continental en el programa de María O'Donnel sobre la violencia que los agronegocios crean en el norte argentino, y tuve un momento surrealista cuando, mientras esperaba para aparecer en el aire, no hacían más que pasar propagandas de productos ligados al cultivo de soja. La soja está en tantos lados que hasta financia nuestro tiempo al aire cuando le damos con un caño.

Además de a los sojeros, apunté no sólo a Gildo Insfrán por la violenta represión en Formosa sino también al gobierno nacional por su silencio, y creo que es claro (como lo han notado varios) que la prioridad política de todos los que estamos consternados por esta violencia es resaltar que el silencio cómplice de Cristina le resta muchísima credibilidad a su postulado de que este es un gobierno distinto, de los derechos humanos y que no reprime la protesta social. Por eso la presencia de Félix Díaz y otros paisanos qom en estos días en Buenos Aires es verdaderamente fundamental para tratar de forzar una audiencia con ella pero además para hacer la protesta más visible en las calles porteñas y en los medios.

Pero es igualmente importante abrirnos del discurso oportunista de las corporaciones mediáticas, que critica a Cristina por esta hipocresía pero no porque quieran que siga dicha política de derechos humanos sino para que la abandone de una vez por todas. Y también me parece importante no caer en la miopía de cierta militancia invalorable pero purista que ve a Cristina como el enemigo a enfrentar, porque ello sería ser ciegos al hecho de que esto ocurre en un momento político muy particular, en el que ella está liderando una transformación del kirchnerismo en algo nuevo y todavía amorfo, pero situado más a la izquierda de lo que era solo unos meses atrás. Si este gobierno fracasara la alternativa "anti-K" en Salta es Alfredo Olmedo, el mayor destructor de montes y familias criollas que nunca haya existido en el Chaco salteño y nuevo miembro del PRO (Va a estar buena Salta). Dado el actual equilibrio de fuerzas en el norte, la alternativa a una política de derechos humanas hipócrita y parcial es una devastación social y ambiental mucho más agresiva y violenta (la política PRO de limpiar el espacio urbano de indeseables con patotas paramilitares pagadas por el estado).

Por eso, es importante demandarle al gobierno que tome una decisión política del calibre de la requerida para confrontar a la Iglesia por la ley de matrimonio igualitario y le empiece a poner un freno a la destrucción y violencia gangsteril creada por los agronegocios. Hay sectores dentro del gobierno que resistirán a muerte dicha movida, empezando por gobernadores como Insfrán en Formosa y Urtubey en Salta. Pero es inaceptable que el discurso de los derechos humanos sólo incluya a ciertos sectores del país y excluya al pobrerío rural, que se está transformando en el cordero sacrificado en el altar del progreso. Por ello es imprescindible expandir los lazos de solidaridad y activismo con los lugares donde viven los criollos y aborígenes que están siendo apaleados y asesinados por empresarios, matones armados y policías a su servicio.

No olvidemos que en La Primavera fueron tanto policías como terratenientes los que dispararon, como si fueran una sola entidad, contra los cuerpos de esos indios salvajes e insolentes que se atrevían a oponerse al saqueo privado y estatal de sus tierras, las mismas donde nacieron y murieron sus abuelos. Violencia neoliberal, Inc. Si hay un lugar de la Argentina en el que la barbarie neoliberal nunca dejó de reinar con impunidad es en los espacios devastados por los agronegocios.

Saturday, November 27, 2010

La violencia en el espacio de las fronteras sojeras




La violencia de la policía formoseña y terratenientes armados contra gente toba-qom de La Primavera la semana pasada es expresión de un proceso que va mucho más allá del caso de Formosa, y que forma parte de un frente generalizado de confrontaciones por el control del espacio que se está desarrollando en todo el norte argentino.

Y si bien este conflicto fue desencadenado por el plan del gobierno provincial de hacer una sede universitaria en tierras de la comunidad, la expansión sojera en esta zona de Formosa también ha afectado la dinámica de poder que enfrenta la gente toba-qom, sobre todo por la valorización de tierras que reclaman como propias y por la convergencia en la zona de actores que ven a las comunidades aborígenes como "obstáculos para el progreso".

Si bien ha habido cientos de casos de golpizas e incidentes violentos en Salta, Chaco, Santiago del Estero y Jujuy contra aborígenes y criollos por parte de policías o matones mandados por empresarios en disputas por el control del espacio, esta es la primera vez que dicha violencia termina en dos muertos y decenas de heridos, algunos de ellos en estado muy grave. Testigos en el blog de la comunidad de La Primavera han documentado una violencia generalizada contra hombres y mujeres de la comunidad, apaleados por la policía y la banda de terratenientes armados que andaba con ellos.

En otro post me referí a la importancia que las luchas por el espacio público han tenido en el pulso de la historia argentina en la última década. Pero (como bien observó Damián Fernández en un comentario en el blog) me centré sobre todo en luchas por espacios urbanos, y quedaba pendiente explorar el impacto político de disputas territoriales en zonas rurales. Creo que estas luchas en los espacios más marginados y silenciados del país también decidirán buena parte del futuro y del contenido del kirchnerismo.



Desde 2003, he estado haciendo trabajo de campo casi todos los años en la zona más caliente de la expansión sojera en el NOA, alrededor de Las Lajitas y Joaquín V. González en Salta, y también en otras zonas de Salta y de las zonas bajas de Jujuy donde la expansión de los agronegocios ha significado, además de la destrucción de decenas de miles de hectáreas de monte, el desalojo de miles de familias criollas e indígenas que han vivido en esas zonas durante generaciones.



Esto ha generado situaciones donde la lucha por el espacio se reduce a su más cruda corporalidad: la gente poniendo el cuerpo delante de topadoras que vienen a destruir sus ranchos y sembradíos, y sufriendo la violencia de policías y empleados armados que buscan sacarlos de ese lugar para desmontar y crear campos de soja. Aunque muchas de estas confrontaciones terminan en desalojos, en muchos otros casos han logrado ponerle límites a la expropiación y reordenamiento capitalista del espacio, sobre todo cuando estos cuerpos plantados en la defensa de espacios locales han estado articulados a movimientos sociales más amplios que pueden denunciar estos casos a los medios de comunicación y a través de internet.



Por mencionar algunos casos, que he seguido de cerca. En agosto de 2004, los miembros de la comunidad guaraní de Río Blanco Banda Sur (cerca de Orán) detuvieron con sus cuerpos el avance de topadoras del ingenio San Martín del Tabacal sobre su predio, si bien 16 personas fueron heridas por los guardias privados de la empresa y uno de ellos terminó internado.

En julio de 2008, varias familias criollas y guaraníes fueron desalojadas por parte de la policía de Jujuy y topadoras de empresarios sojeros al este de Vinalito, en una zona de Jujuy muy cercana al Chaco salteño. Pero la respuesta política a este desalojo hizo que unas semanas después más de 1.500 personas ocuparan pacíficamente el predio y obligaran a los sojeros a replegarse. Este avance multitudinario logró recuperar más de 1.200 has de tierras para las familias guaraníes y criollas que habían sido desalojadas y además llevó a que el gobierno entregara 4.100 has en propiedad a comunidades guaraníes en un lote contiguo.

En el paraje de Esquinero, cerca de Apolinario Saravia (en Salta, al norte de Las Lajitas), un puñado de familias wichí que vive en la más extrema miseria resiste desde hace años en una pequeña franja de monte que está prácticamente rodeada de plantaciones de soja.



Similares islas de monte con pequeñas comunidades wichí acosadas por el avance de las topadoras existen más al norte al este de Tartagal. En julio de 2006, como resultado de enfrentamientos con empresarios en defensa de sus tierras, José Galarza, dirigente wichí de 73 años de la comunidad de Pozo Nuevo, falleció luego de haber sido herido de gravedad por la policía con 40 perdigones (esta muerte, denunciada por Amnistía Internacional, no tuvo ninguna repercusión en los medios nacionales). No lejos de allí, en Tonono, el cacique de la comunidad señalaba en 2008, luego de que las mujeres y hombres de la comunidad pararan a ocho topadoras que avanzaban sobre tus tierras: "Pararemos con nuestra sangre indígena las topadoras en Tonono".

El hecho de que los cuerpos objeto de violencia sean en muchos casos cuerpos aborígenes tiene mucho que ver con lo desenfrenado del accionar policial-empresarial, lo que ha reavivado memorias de la violencia indiscriminada que hace sólo un siglo era la regla en esos mismos lugares. Y ello se entrelaza con un racismo endémico que ve a la protesta aborigen como expresión de un salvajismo que requiere de una violencia civilizadora y disciplinante.

Estos ejemplos son sólo un puñado dentro de lo que es un frente de confrontaciones generalizado que se da, como decía, en todas las zonas del norte donde los agronegocios están enmarcados en una agresiva expansión espacial.

Es en estas confrontaciones definidas por cuerpos lanzados a disputar el control del espacio que en estos años se ha estado definiendo la historia de buena parte del norte argentino. Y estas disputas están teniendo su impacto en centros urbanos, cual ondas expansivas que están generando importantes formas de solidaridad y militancia en lugares distantes.

En estos días, la violencia en La Primavera ha generado dentro del ala más militante del kirchnerismo y en muchos otros sectores un llamado a terminar con los núcleos de corte feudal que existen dentro del kirchnerismo en su expresión más tradicional, como el que representa Gildo Insfrán, que gobierna Formosa a su antojo desde 1995 y es responsable político de la violencia represiva en La Primavera (Insfrán es de Laguna Blanca, muy cerca de La Primavera, y esta es por ende una de sus zonas de mayor influencia directa). Y esto nos lleva a lo que es una de las grandes cuentas pendientes del kirchnerismo. Si bien la represión policial en Formosa no fue ordenada desde el gobierno nacional, la muerte generada por el aparato represor de Insfrán contradice la narrativa oficial sobre no reprimir la protesta social. Hasta ahora, el gobierno nacional es con su sugestivo silencio un cómplice directo de la violencia. Por ello es hora también de entrelazar la denuncia de lo que pasó en La Primavera con un reclamo colectivo de que se tomen medidas más enérgicas para detener la la violencia expropiadora que sufre gente criolla e indígena que defiende sus espacios locales en muchos otros lugares del país.

Pero es tan importante denunciar el silencio del gobierno nacional como el oportunismo e hipocresía de los grandes medios privados de comunicación, que de repente aparecen preocupados por la situación de los pueblos originarios en Formosa pero sólo porque se trata de "una provincia K". Clarín y La Nación han sido voceros militantes de la patria sojera y han sido abiertamente hostiles a los reclamos territoriales indígenas, sobre todo en el caso de La Nación, que ha sistemáticamente demonizado las demandas mapuche en la Patagonia como una suerte de invasión "chilena" con lazos con el "terrorismo internacional de la ETA y las FARC".

Las luchas por el espacio producidas por cuerpos dolientes en zonas rurales, en este sentido, no dejan de ser disputas mediáticas en las que participan actores basados en las grandes ciudades. Y es en este complejo entramado político-espacial, que une a lugares muy distantes entre sí, que se decidirá el futuro de las resistencias a la expansión territorial de los agronegocios así como el tipo de país que se quiere construir en base a la devastación social que ella genera.

Sunday, November 21, 2010

Una historia espacial del Kirchnerismo, 2001-2010



Un tema central de este blog es que la política se hace fundamentalmente en las calles, en la lucha por el control del espacio público. Y acá propongo una breve reseña de los últimos 10 años de la historia argentina en base a este principio de la política como proceso de confrontación definido por la multitud en el espacio.

El gobierno de Fernando de La Rúa nació y murió matando gente en las calles: en el puente Corrientes-Resistencia a poco de asumir en 1999 (donde la gendarmería mató a dos jóvenes) y en las calles de Buenos Aires del 19 y 20 de diciembre de 2001, donde la policía mató a 34 personas pero a pesar de ello no logró contener la presencia arrolladora de la multitud en el centro de la ciudad. Y fue esta presencia callejera, como sabemos, la que terminó con el gobierno de de la Rúa. Y esta era una presencia de cuerpos en las calles que venía ganando fuerza desde los alzamientos populares de Cutral Có y Tartagal en 1997 y el surgimiento del movimiento piquetero, que en su control de rutas y calles marcaron el mayor desafío político enfrentado hasta ese momento por el gobierno de Menem.




El auge actual del kirchnerismo puede sin duda retrotraerse al alzamiento de la multitud en aquel diciembre de 2001, que marcó la mayor insurrección popular contra el neoliberalismo en América Latina desde el Caracazo de 1989 en Venezuela (la importancia de dicha masacre en Caracas en la historia de la multitud latinoamericana será el objeto de una próxima entrada). El quiebre que diciembre de 2001 marcó en la historia argentina sólo se está apreciando en su verdadera dimensión casi 10 años después.



Y así como el breve gobierno de Rodríguez Saa en diciembre de 2001 fue derrumbado por la nueva presencia de la multitud en la calle, el interregno de Duhalde también llegó a su fin con la masacre de puente Avellaneda en junio de 2002, cuando la violencia desplegada contra la multitud en el espacio público (hecha carne en el asesinato de Santillán y Kosteki) lo obligó a llamar a las elecciones que llevaron a Néstor Kirchner a la presidencia. A diferencia de sus predecesores, Kirchner supo leer el mensaje que venía de las calles.

Pero una vez en el gobierno, el kirchnerimo empezó a enfrentar movilizaciones callejeras por parte de la derecha, que a esta altura también intuía que la calle es la fuente de todo poder. Las primeras y muy masivas manifestaciones lideradas por el "ingenieri" Blumberg en 2004 por el tema de "la inseguridad" fueron la primera expresión de esta reacción, que no obstante no logró generar mayor ímpetu hasta la asunción de Cristina Kirchner.



El momento de mayor auge de la reacción conservadora contra la distribución de la riqueza intentada por Cristina fue sin duda la ocupación de los espacios públicos y rutas del país por los empresarios agrogarcas y sus aliados urbanos en 2008. No es casualidad que el momento de mayor debilidad del kirchnerismo en su breve historia fue el momento en que la derecha ganó el control de los espacios públicos. Se me dirá que en dicho proceso los medios privados de comunicación jugaron un rol central. Sin duda, pero el poder mediático sólo se hizo una efectiva fuerza política cuando pudo movilizar a decenas de miles de cuerpos en calles y rutas.

Desde aquel momento, y en parte por su propia soberbia y miopía, la derecha ha perdido su capacidad de movilizar cuerpos en el espacio. Los llamados a hacer manifestaciones en defensa de las AFJP a punto de ser nacionalizadas y en defensa del grupo Clarín por el tema Fibertel sólo condujeron a manifestaciones raquíticas, de unos pocos cientos de personas. Sólo con la marcha organizada por la Iglesia en contra de la ley de matrimonio igualitario se juntó más gente, pero sólo porque la Iglesia puso todo su aparato institucional y su red de escuelas privadas a tal efecto. Pero ello fue más bien la excepción dentro de un gradual repliegue de la derecha de las calles. Y este repliegue fue también el producto de una contra-ofensiva por parte de quienes apoyan al gobierno en su presencia en el espacio público.



Si bien hubo expresiones callejeras que lo precedieron, la recuperación del kirchnerismo tras la derrota en las elecciones parlamentarias de 2009 tuvo un punto de inflexión con los festejos del bicentenario de mayo de 2010, cuando una multitud sin precedentes en la historia argentina, de varios millones de personas, coparon las calles de Buenos Aires y muchos otros lugares del país para ser parte de una visión de la historia argentina que celebraba a los indígenas, a los desposeídos, al Che y a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, algo inédito para una conmemoración estatal en el país. Todos los analistas fueron sorprendidos por dicha multitud festiva, en parte porque asumían que la política sólo se teje en negociados super-estructurales antes que en las calles.





Y como escribí en las primeras entradas de este blog, el verdadero nacimiento del kirchnerismo como movimiento de masas tuvo lugar cuando una multitud copó las calles para expresar su dolor por la muerte de Néstor Kirchner y para salir en defensa del gobierno de Cristina el 17 y 18 de octubre pasados.

El futuro del kirchnerismo por ende seguirá dependiendo de las formas de poder que se generan en el espacio público por multitudes de cuerpos movilizados. Porque así como la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, la historia de la lucha de clases es la historia de la lucha por el control del espacio.

Friday, November 5, 2010

El Kirchnerismo es un anti-anti-kirchnerismo







El otro día leí un comentario en los foros on line de La Nación que me pareció refleja la experiencia de mucha gente que en estos días se ha estado descubriendo como "kirchnerista". Esta persona decía, espantada por el tono furioso de los foristas "anti-K" que pululan por esos foros: "Yo quiero ser anti-kirchnerista, pero los anti-kirchneristas no me dejan!".

Veamos. Creo que en estos últimos años, muchos mantuvieron una distancia crítica con los gobiernos kirchneristas por temas como los índices de inflación dibujados burdamente por el INDEC, los negociados con mineras canadienses como la Barrick Gold y el tema de los glaciares, los pactos con gobernadores o intendentes siniestros, la vista gorda con la devastación social y ambiental que crea la patria sojera en el NOA, y mil cosas más... Y sin embargo... Y sin embargo, apenas uno leía lo que decían y hacían personas como Macri (con sus espías, su ministro de educación proto-fascista y sus comandos paramilitares dedicados a fajar al pobrerío) Lilita Carrió (ya plenamente asumida como señora gorda de Barrio Norte, que le habla a las señoras de Barrio Norte), Duhalde ("hay que terminar de atacar a las fuerzas armadas"), o Joaquín Morales Solá (repitiendo como un robot que estamos "aislados del mundo" cuando pocas veces la Argentina tuvo tanta presencia en América Latina y el mundo), era como que muchos en realidad se hacían un poco "oficialistas" por el horror que provocaba la idea de que estos personajes fueran a gobernar el país. Y este anti-anti-kirchnerismo hacía de mucha gente un poco más "kirchneristas". Como ese forista de La Nación, que quería ser contrera pero al final no podía justamente por los anti-kirchneristas.

Claro, no todo de este nuevo kirchnerismo que se está gestando es reactivo y anti-anti. Hay mucho de afirmación, de identificación positiva con la política de derechos humanos, con la bajada del cuadro de Videla, con el fin de las AFJP, la ley de matrimonio igualitario, la ley de medios, la asignación universal por hijo, las alianzas con gobiernos progresistas de América Latina, entre muchas otras cosas.

Pero también es indudable que dicha identificación positiva se ha potenciado de manera muy notable y poderosa, sobre todo en su manifestación en las calles el 27 de octubre, en su gestualidad defensiva contra el anti-kirchnerismo y lo que ello representa. Porque si bien es cierto que el anti-kirchnerismo es una bolsa de gatos donde coexiste gente muy distinta (un Duhalde y un Pino Solanas), la expresión más clara y temida de la movida "anti-K" es el intento de crear una restauración conservadora, donde el sentido común de Clarín-LaNación-Macri-Mariano Grondona se vuelvan el sentido común de la política de estado. O sea, la vuelta al sentido común de un Menem y un De La Rúa, donde era impensable que las Madres de Plaza de Mayo se abrazaran con el presidente de la nación.

El 15 de octubre pasado, 12 días antes que muriera Kirchner, Mempo Giardinelli escribía en Página12 sobre una pesadilla que tuvo, en la cual Cobos asumía como presidente. En esa pesadilla de un gobierno de Cobos:

Su ministro del Interior era el señor Eduardo Duhalde y en Economía hacían cola para ser designados los señores López Murphy, Broda, Redrado e incluso el siempre disponible Sr. Domingo Cavallo. Todos ellos decididos a cancelar rápidamente y por decreto el 82 por ciento móvil. También, y con la misma velocidad, se restablecían las AFJP, se anulaban completa y absolutamente la ley de medios y la de Matrimonio Igualitario, y por supuesto se eliminaban todas las retenciones agropecuarias.

Creo que es el espanto que despierta en muchos esta posibilidad, este anti-anti-kirchnerismo, el que hace a mucha gente ver al gobierno de Cristina de otra forma. Ello no quita, como decía, los gestos afirmativos de identificación. Pero no hace falta ser filosofo o hegeliano para saber que la negatividad y la negación son en la historia, y en la política, fuerzas poderosas.

Tuesday, November 2, 2010

La primera aparición pública del fantasma de Néstor Kirchner


El lunes pasado, el fantasma de Néstor Kirchner fue invocado en forma explícita y pública por primera vez desde su muerte. Y quien lo invocó fue la Presidente de la República.

En Córdoba, Cristina dijo en un acto público, conmovida por el calor y el afecto de la gente: "Estoy un poco menos triste porque por allí está él caminando entre ustedes. Lo siento acá entre ustedes". El fantasma de Néstor Kirchner, que marcó con su repentina aparición, como sugerí en mi primer blog, el nacimiento del kirchnerismo, ciertamente ya había sido invocado antes: por la multitud en la plaza y las calles. Pero ahora era el turno de Cristina, la jefa de Estado. El mensaje fue claro: Néstor Kirchner estará ausente pero en realidad está presente (la esencia del fantasma). Y el que ello fuera dicho por la presidente, ahora su viuda, hizo que el anuncio oficial sobre la presencia del fantasma fuera a partir de entonces Política de Estado.

La reacción entre los (en su mayoría) ferozmente anti-kirchneristas lectores de La Nación en sus foros on line fue realmente notable. Durante varios días, los directores de La Nación había cerrado el acceso a sus foros en aras de contener la desaforada furia anti-K que ellos saben que caracteriza a muchos de sus lectores. El lunes pasado, por primera vez desde el miércoles 27 de octubre, las puertas de los foros de La Nación fueron abiertas de par en par.

Cuando entré a los foros, fue peor de lo que imaginaba. Me encontré con una turba exaltada que, como si hubiera sido maniatada durante varios días interminables, salía ahora a festejar la muerte del odiado "tirano", discípulo directo de "Stalin", "Mao", "Hitler" y "Fidel Castro" (además, obviamente, del mayor cuco de todos: "Chávez"). Pero en realidad, si uno prestaba atención, lo que transmitían no era la alegría que uno siente por una buena noticia. Era una excitación confusa que oscilaba entre lo morboso y lo descontrolado, por parte de gente que no sabía bien qué hacer con esa ebullición que les causó la muerte de Néstor Kirchner. Pero también era una ebullición que resultaba del nerviosismo que les causó ver a la multitud en la calle el otro día, por más que muchos la descalificaban como "los de siempre", "estudiantes violentos" "piqueteros" o, como hizo el inefable Mariano Grondona, como aprendices de "nazis" --esto dicho nada menos que por el padrino intelectual de todas las dictaduras de extrema derecha que han caminado sobre la faz de la Argentina.

Pero más allá de los previsible pero siempre perturbador de esta celebración, lo que me fascinó en realidad fue la manera en que dichos foristas rabiosos invocaban el fantasma de Néstor Kirchner, una y otra vez, y contra su voluntad.

Muchos lo hacían burlándose de que Cristina lo hubiera invocado como un muerto "que todavía camina entre nosotros". Pero lo interesante es que mientras Cristina no usó, obviamente, la palabra "fantasma", los foristas lo hacían una y otra vez.

Comparto con ustedes algunos comentarios entre muchos otros, sacados de la nota publicada en La Nación on line sobre los dichos de Cristina el 2 de noviembre:

986, aslindumbar: "POR DIOS, NINGÚN ENGENDRO ESTÁ CAMINANDO A MI LADO, QUE LOS ARCÁNGELES ME PROTEJAN!!!!"

968 r_gonzalez2009: "DUHALDE 2011................Y SE VAN TODOS ESTOS FANTASMAS......"

935 Ingenieril "Caminando entre nosostros???...urgente un exorcista!!!!!"

Por un lado, surgió como vemos el clamor por el exorcismo del fantasma, invocando en este caso a "Duhalde" o "los arcángeles". Todo con tono burlón claro está, pero pidiendo un exorcismo al fin.

Pero en realidad lo que más me impactó fue que lo que más parecía perturbar a muchos foristas anti-K, era que en realidad no podían saber con certeza de que Kirchner hubiera realmente muerto. Cito a "Rhinal" en el comentario 807:

"DIOS NOS LIBRE DE ENCONTRARNOS CAMINANDO ENTRE NOSOTROS NUEVAMENTE A ESA RATA INMUNDA!!!!!!!!!!!!!!!!!! QUE CAMINE EN LA CASA DE KRETINA SI QUIERE, NOSOTROS NO QUEREMOS VERLO NUNCA MAS!!!!!!!!!!!!! YA BASTANTE MAL TRAJO AL PAIS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! A PROPOSITO LE PREGUNTO A KRETINA PORQUE OCULTARON SU CUERPO?, ACASO HIZO LA GRAN YABRAN? O SE PEGO UN TIRO? O LE ROMPISTES LA CARA A GOLPES? LO UNICO QUE CIERRA BIEN ES EL ATAUD, ME GUSTARIA ABRIRLO Y VERLO MUERTO PARA DORMIR TRANQUILO, ALGO ME DICE QUE NO ES ASI!!!!!!!!!!!!"

En sus gritos escritos en mayúsculas, Rhinal estaba muy perturbado porque no llegó a ver el cuerpo muerto de Néstor Kirchner, que como sabemos fue velado a cajón cerrado (y ahora se me ocurre preguntarme, lo del cajón cerrado no habrá sido otra jugada realmente magistral, aunque tal vez no plenamente consciente, de Cristina?). En otras palabras, no hay evidencia fotográfica de su muerte. Y Rhinal pedía ver el cadáver "para dormir tranquilo". Porque, como él mismo dice, "algo me dice que no es así".

El reclamo de Rhinal de "ver el cuerpo" era reiterado una y otra vez por decenas de los foristas anti-K más diversos, y en sólo 20 minutos encontré decenas de comentarios similares. Por ejemplo (el énfasis es mío):

925 Susvin2010: "Por ahí es cierto que El aún está caminando entre nosotros. La primera reacción de mi mujer al ver que lo velaban a cajón cerrado fue decir. Ese no está allá adentro, por que no lo velaron como a Alfonsín? Yo le respondí que no fuera tan paranoica que esto no podía ser otro caso Yabrán, pero muchas veces las mujeres tienen ese sexto sentido que trasciende la lógica. Espero que esta vez esté equivocada!!"

Otra forista comentó a esta misma entrada: #1 abril14" No es la unica, conozco gente que tambien lo piensa, incluso he llegado a pensar lo mismo. Espero tambien estar equivocada"

Pensemos un poco sobre todo esto. Los antropólogos hemos aprendido un par de cosas sobre el poder sociológico y político de los fantasmas, no sólo entre tribus exóticas sino también en las políticas de los estados modernos. Y es verdad que son pocos los casos de una figura política de tamaña envergadura de la que no haya una foto en su lecho de muerte. Tenemos fotos de Evita, el Che, Pinochet, Franco, Juan Pablo II muertos, pero no de Kirchner... No existe una representación de su cuerpo inerte, ido, sin vida, ni fuerza, ni movimiento. Sólo nos quedan imágenes de su presencia en vida, lleno de ebullición. Y esas fotos en vida potencian la fuerza de su actual y fantásmica ausencia.

En el foro de La Nación, era como que parte de la exaltación que mostraba los anti-kirchneristas que lo invadieron resultaba no sólo de que Néstor Kirchner estaba muerto sino que en realidad no tenía una prueba realmente contundente de que ello hubiera pasado. Eso los atemorizaba, por más que lo mencionaran con un tono socarrón, despectivo, inseguro, canchero...

Muchos de los que sienten un desprecio y rechazo visceral por el gobierno realmente temen, como ellos mismos lo admiten, que Néstor Kirchner no esté muerto. Es el miedo a ese fantasma de Néstor Kirchner que sigue caminando entre nosotros.

Sunday, October 31, 2010

El 27(17) de Octubre del Kirchnerismo



Así como el 17 de octubre de 1945 fue el día en que el peronismo se materializó como multitud, el 27 de octubre de 2010 fue el día en que el kirchnerismo se reconoció y se parió a sí mismo como movimiento de masas. Los dos momentos se hicieron política en el sentido más corporal del término en la Plaza de Mayo, ese lugar mítico donde ha coagulado la mayor parte de la historia política argentina. Y además de la (extraordinaria) coincidencia de la cercanía calendaria entre las dos fechas, que hace que por momentos ambas parecieran confundirse en un 27(17) de octubre, lo que define a ambos momentos es una dinámica política y espacial muy similar: la multitud que se lanza a ocupar el espacio público en defensa de un proyecto de gobierno al que ve amenazado: a rescatarlo de los enemigos que lo acechan y atacan desde múltiples frentes.

Desde ya que las diferencias entre ambos días de octubre son muchas, empezando por las tremendas diferencias de épocas históricas, y no es el momento de repasarlas en detalle acá (una clara diferencia, por mencionar una, es que mientras que ese día el Coronel Perón estaba preso Cristina Kirchner es la presidente en ejercicio desde hace tres años). Y desde ya que es muy temprano para realmente "predecir" a dónde llevará todo esto (nada es predecible en política).

Pero lo que me interesa resaltar son las similitudes, para después comentar algunas cosas muy específicas de estos días. Al igual que el 17 de octubre, lo que motivó la irrupción de la multitud en las calles el miércoles 27 de octubre fue el temor colectivo de que un proyecto de gobierno imperfecto pero más sensible a los intereses de los postergados y a la expansión de derechos políticos pudiera colapsar. Era el temor de que la desaparición física de Néstor Kirchner pudiera significar también el fin del proyecto que él inició y encabezó, y el regreso de una restauración conservadora.

Lo han notado ya muchos: la gente en la calle no sólo lloraba la muerte de Kirchner y celebraba su figura sino que con la misma efervescencia apoyaba al gobierno de Cristina y criticaba a la oposición. El "fuerza Cristina" fue el clamor más generalizado. Como lo señala ayer Mario Wainfeld en Página/12, “Fuerza Cristina” no es un pésame. "Es un reclamo y una promesa: hay que seguir y acá estamos".

El "acá estamos" en plazas y calles fue un mensaje dirigido tanto al gobierno y a Cristina como a todas las pantallas de TV, a las radios, y a los diarios. El mensaje hacia los medios y hacia el resto del país era claro, y guiaba muchos de los cánticos: "Cuidado gorilas, si la tocan a Cristina que quilombo se va armar". Otro cántico, que mi amigo y colega Axel Lazzari notó mucho en la plaza, era: "No venimos por el chori, no venimos por el plan, estamos con el proyecto nacional y popular".

Por ello, la multitud tomó las calles como un acto de auto-defensa. Igual que en 1945. Fue un impulso reflejo que desbordó cualquier aparato o red clientelar y que por eso también irrumpió como una fuerza imparable en la mirada de los medios, que no sabían muy bien qué hacer con ella y no sabían muy bien cómo explicarla.

Y esto me lleva a una diferencia importante con el 17 de octubre, producto de que vivimos en un mundo muy distinto y en otro siglo: la multitud de los días pasados fue una rebelión popular contra la hegemonía de los medios privados. La gran paradoja fue que el poder de esta multitud fue potenciado por la cobertura de los medios como La Nación, Clarín o TN, que esta vez no tenían otra opción que cubrir lo que estaba pasando, a riesgo de hacer terriblemente transparente su odio al gobierno (como sí lo hicieron transparente los medios privados venezolanos durante el golpe contra Chávez en 2002, cuando ningún canal privado de TV mostraba en sus pantallas que había millones de personas en las calles de toda Venezuela marchando contra el golpe y reclamando la liberación de Chávez).

Esta fue una rebelión contra los medios y contra el hecho de que, sobre todo desde el conflicto con "el campo" en 2008, los medios y aquellos que repetían su bajada de línea nos habían obligado a muchos de nosotros a mantener la cabeza gacha, a hablar en voz baja sobre el hecho de que, por ejemplo, alguna que otra medida del gobierno nos gustaba, a lo que había que agregar que uno decía eso "sin ser kirchnerista". No fuera que alguien nos fuera a acusar del peor de los pecados: el ser "kirchnerista". Y todo este clima hegemónico era creado por una verdadera aplanadora mediática que dominaba la narrativa y que, a pesar de ello, no dejaba de victimizarse todo el tiempo a sí misma como "atacada" por un gobierno "dictatorial". Y esa era la misma aplanadora que distinguía entre "la gente" y la chusma K esclavizada por "planes", "choripanes" o "un par de zapatillas".

En su columna del sábado en Página12 Luis Bruschtein capturó cómo esta aplanadora mediática invisibilizó, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, cualquier expresión de tibio apoyo a algunas medidas del gobierno. En sus palabras:

En la Capital nadie podía decir que era kirchnerista o que este Gobierno no era tan nefasto. Hasta el encargado del garaje se mimetizaba con los patrones y discutía como si fuera dueño de varias hectáreas en la Pampa Húmeda. Parecía que el que no odiaba o no despreciaba al Gobierno y a sus seguidores y simpatizantes también se merecía la misma miradita despectiva. “Son peores que la dictadura”, decían algunos y parecía lo más normal del mundo. En el gimnasio, kirchnerismo era mala palabra; en el country, pecado mortal, y en la reunión de consorcio mejor ni hablar.

Y como lo dijo Luis: "Esas personas salieron de las baldosas, cambiaron el escenario". Y cambiaron el escenario porque esas personas dispersas y atomizadas (que estaban abajo de las baldosas, invisibles) se fusionaron en la calle para formar una multitud absolutamente visible y que, al igual que en el 17 de octubre de 1945, los proyectó como actor político. Este rechazo hacia los medios, personificados en Clarín, hizo que la bronca fuera palpable. No era para menos. Millones de personas en todo el país que en los últimos años habían abrazado cambios como el fin de las AFJP, la posibilidad de una acceso más amplio y democrático a medios audio visuales, o el matrimonio igualitario eran regularmente denigradas o estereotipadas como "chavistas", "zurdos", "dictatoriales", "autoritarios". Por eso el dolor por la muerte de Kirchner hizo potenciar el rechazo colectivo a esa bajada de línea que surge como un chorro sin fin por el aparato mediático.

Los medios han tomado nota, indignados, de esa bronca hacia ellos. Joaquín Morales Solá, en su columna del domingo en La Nación se queja del nivel de "intolerancia verbal" con que la gente en la calle insultó a los medios y a políticos de la oposición en sus cánticos. E indignado, se queja una vez más de la barbarie y la "violencia" (??) que alimenta el kirchnerismo ("violencia" o "intolerancia verbal" que Morales Solá nunca pareció notar en el odio clasista-racista que destilaban las manifestaciones y cortes por a favor de los "campesinos", cómo él denomina a los empresarios agropecuarios). O sea, la barbarie (zoológica) asociada a la multitud que rescató a Perón resurge una vez más, y reciclada para presentar a esta nueva multitud como agresiva, peligrosa. Parte de la lucha política por venir incluirá una lucha discursiva por interpretar y dar sentido a la presencia de la multitud de los últimos días.

Pero más allá de cómo siga esto, la multitud del 27 de octubre le propinó una derrota de los medios. Temporaria y parcial, sin duda, pero derrota al fin. Fue un momento en el que su mensaje monocromático se resquebrajó, desbordado, y en el que las corporaciones mediáticas perdieron el control de la narrativa. La confusión que se ve hoy en las páginas de La Nación o Clarín es palpable, y producto del sacudón que les dio la multitud en la calle llorando Kirchner y apoyando a Cristina. Los medios ya están lanzando su contraofensiva, pero desde un lugar de menor control sobre la producción del mensaje.

Para cerrar. Así como a partir de 1945 fue claro que Perón no estaba solo, el principal mensaje del 27 de octubre de 2010 es que a partir de ahora Cristina Kirchner no está sola. Hay una multitud movilizada detrás, que en cuestión de horas demostró la capacidad de tomar los principales lugares públicos del país cuando sintió que el gobierno corría peligro en un momento de posible debilidad. Esa energía obviamente no surgió de la nada, pero fue sólo con la formación de una multitud que ocupó el espacio público que ese apoyo popular se transformó en un vector político a respetar.

En la historia reciente argentina, hubo sólo un momento comparable de irrupción de la multitud en el espacio público para defender un gobierno democrático: durante el alzamiento carapintada de Semana Santa de 1987, cuando la movilización de masas en las calles fue notable. Pero mientras que a partir de allí Alfonsín prefirió ceder espacios ("felices pascuas", "héroes de Malvinas", "economía de guerra") antes que canalizar la energía de aquella multitud, todo parece indicar que el actual gobierno "profundizará el modelo" apoyado además en buena medida en las nuevas formas de militancia que se están generando. Pues como dijera en mi primera nota en el blog, además ahora el kirchnerismo tiene un mártir y el poder convocante de un fantasma. No es poca cosa, en un país y en un continente donde la invocación política de mártires-fantasmas puede crear torbellinos.

El 28 de octubre escribí que el día anterior marcó el nacimiento del kirchnerismo, y cuanto más pasan los días veo que más y más gente comparte la apreciación. Y esto saca a la luz lo que es el principal paralelo con el 17 de octubre de 1945 como día de nacimiento del peronismo. Ambos son días en que nació algo colectivo, parido en las calles.

Veremos cómo sigue todo, y esto recién empieza. Pero creo que más allá de que el 27 recoge mucho de la genealogía y del folklore del peronismo en la calle, algo nuevo se está moviendo en el subsuelo argentino. En estos últimos días estuvo circulando bastante por internet una nota de Pablo Marchetti llamada "Nosotros", y que zambulle al lector en la efervescencia que se vivió en las calles de Buenos Aires en estos últimos días, donde miles y miles de cuerpos se encontraron y crearon un nuevo "nosotros". Es el "nosotros" al que no interpelan Clarín, La Nación o Lilita Carrió. Es un nosotros que los medios no reconocen como "la gente".

Para este nuevo nosotros que se está gestando, tal vez no sea muy descabellado por ende ver el 27 de octubre como nuestro 17 de octubre. Sé que muchos verán a esta comparación como una exageración producto de la calentura del momento, sobre todo debido al aura mítica del "día de la lealtad" en la memoria política argentina. Pero creo que la comparación incomoda porque, si llegara a ser verdad, podría anticipar días turbulentos.

Saturday, October 30, 2010

La multitud sólo se crea en las calles


Lo de estos últimos días en la Argentina es el resurgimiento del poder de una multitud que se encuentra y materializa en los espacios públicos, y que rompe con el hechizo adormecedor de los relatos producidos por grandes conglomerados económicos que consumimos a través de televisores, radios y computadoras: pequeños espacios domésticos que nos conectan pero a menudo también nos fragmentan y hacen del espacio público sólo un canal de tránsito para ir al laburo o a la facultad.

Miles y miles de personas en todo el país cuentan una y otra vez la misma experiencia: el estar en la calle junto con tantos otros cuerpos dolidos para rendir homenaje a Kirchner y apoyar a Cristina produjo un descubrimiento, una especie de iluminación: no éramos tan pocos como nos decían; somos muchos más de lo que nosotros mismos pensábamos; y estamos acá porque nos damos cuenta de que en realidad por primera vez en la vida tenemos un gobierno con el que, a pesar de mil errores y torpezas, nos identificamos; por más que sea una identificación creada por el espanto de lo que sería la alternativa.

Este blog es sobre espacio y política, y lo de estos días confirma que el espacio es el terreno más fundamental del la política, porque la política y el poder son en última instancia las fuerzas que determinan la ubicación y el movimiento de cuerpos en el espacio. Desde cómo se paran o sientan los laburantes en una fábrica hasta el derecho de gente indígena de ocupar la tierra de sus antepasados, todo pasa por cómo se regula políticamente el derecho o la obligación de que ciertos cuerpos puedan estar, o no, en ciertos lugares. Y lo que crea la multitud en las calles es justamente es capacidad de afectarnos mutuamente, como diría Spinoza, a través de nuestros cuerpos que se ven, se oyen, se tocan y se afectan e influyen en un torbellino creador (ya que estamos, este es un tema sobre el que estoy laburando en el libro, por ahora en estado germinal, Space and Politics).

La multitud, que Hardt y Negri suelen tratar como un fenómeno etéreo, sólo existe y sólo se crea en el espacio público, en la calle y en la plaza, y en muchos casos requiere una voluntad de lanzar nuestros cuerpos a esos espacios rompiendo el hechizo mediático de que tal multitud no puede existir, y que "la calle" como espacio de la política es parte del pasado, una nostalgia setentista pasada de moda dejada de lado por facebook, youtube y clarin.com.

Es fascinante ver la respuesta de los medios de la derecha a la conmoción creada por la desaparición física de su enemigo mortal, siempre pintado como "el monje negro" del poder desde una postura machista difícil de disimular (en una pareja, se asume que es el hombre el que lleva las riendas). Por un lado, están los que especulan que sin el líder macho Cristina debe asumirse como mujer sumisa y "cambiar el rumbo". Fue lo primero que escribieron los columnistas de La Nación y Clarín el miércoles a la tarde, y creo que a esta altura ya se están dando cuenta que nada de eso pasará, y que lo suyo fue una expresión de deseos.

Pero para mí lo más interesante en cuanto al espacio y la política es que, en su gran mayoría, los columnistas de Clarín y La Nación y políticos como Macri y De Narváez especulan sobre el futuro viendo cómo actuará tal o cual gobernador, qué hará Scioli, qué harán los intendentes, qué hará Solá... Lo hacen porque para ellos la política es una trama superestructural, donde las masas en la calle y en los espacios públicos no son más que ruido molesto, al que temen pero no terminan de comprender y que por ende no pueden sino ver con estereotipos gastados.

Juan José Sebrelli, hace rato usado como pensador-trofeo por La Nación (cómo ex-izquierdista que se ha hecho "serio"), escribe hoy que en realidad la pasión que se vio por las calles es sólo la fascinación primitiva por la muerte del caudillo, un reflejo de gente-ganado que en el fondo no es libre (al contrario, por supuesto, de los lectores serios de La Nación). Sólo Jorge Fernández Díaz también en La Nación propone una lectura más acorde con la pasión de la multitud en las calles, y descubre, sorprendido, que hay que admitir que el kirchnerismo es... (wow!) "un fenómeno de masas".

"Un fenómeno de masas". Creo que pocos hubieran hecho tal caracterización antes del 27. Como escribí en el blog de ayer, sí creo (como muchos) que el 27 de octubre marca el surgimiento del kirchnerismo como un fenómeno de masas y por ende como algo cualitativamente distinto, si bien sus rizomas vienen expandiéndose y creciendo horizontalmente desde hace unos años. Pero lo que quiero resaltar acá es que este poder que muchos recién ahora están descubriendo es un poder que sólo se puede crear y manifestar en el espacio público, y sobre todo en la conjunción de cuerpos antes dispersos en un mismo espacio, y afectados por una misma sintonía y en este caso un mismo dolor. Que no es tanto, o no sólo, el dolor por el que murió sino también el reconocimiento de que los intereses que desde siempre conspiran contra "el gobierno K" conspiran también contra derechos colectivos ganados en estos años, e impensables años atrás. Y esta fue una expansión de derechos contra la que que los medios y la derecha opusieron una feroz resistencia.

La web, los blogs, la TV, siguen siendo conductos centrales en cómo nos entrelazamos en nuestros cuerpos dispersos. Pero a veces la fascinación con la virtualidad de la internet nos hace olvidar que el poder más poderoso de todos, ese que cambia la historia (desde la revolución francesa hasta el 20 de diciembre de 2001), sólo se forja con cuerpos lanzados colectivamente en el espacio público: en la calle como terreno fundamental de la política. Los que creen que por estar en el siglo XXI el rol del espacio en la política está en camino de desaparecer, se equivocan. Y veces nos olvidamos que la calle está siempre allí, y que a veces lo más difícil de lograr es entrelazar voluntades para salir a reclamarla.