Friday, November 5, 2010

El Kirchnerismo es un anti-anti-kirchnerismo







El otro día leí un comentario en los foros on line de La Nación que me pareció refleja la experiencia de mucha gente que en estos días se ha estado descubriendo como "kirchnerista". Esta persona decía, espantada por el tono furioso de los foristas "anti-K" que pululan por esos foros: "Yo quiero ser anti-kirchnerista, pero los anti-kirchneristas no me dejan!".

Veamos. Creo que en estos últimos años, muchos mantuvieron una distancia crítica con los gobiernos kirchneristas por temas como los índices de inflación dibujados burdamente por el INDEC, los negociados con mineras canadienses como la Barrick Gold y el tema de los glaciares, los pactos con gobernadores o intendentes siniestros, la vista gorda con la devastación social y ambiental que crea la patria sojera en el NOA, y mil cosas más... Y sin embargo... Y sin embargo, apenas uno leía lo que decían y hacían personas como Macri (con sus espías, su ministro de educación proto-fascista y sus comandos paramilitares dedicados a fajar al pobrerío) Lilita Carrió (ya plenamente asumida como señora gorda de Barrio Norte, que le habla a las señoras de Barrio Norte), Duhalde ("hay que terminar de atacar a las fuerzas armadas"), o Joaquín Morales Solá (repitiendo como un robot que estamos "aislados del mundo" cuando pocas veces la Argentina tuvo tanta presencia en América Latina y el mundo), era como que muchos en realidad se hacían un poco "oficialistas" por el horror que provocaba la idea de que estos personajes fueran a gobernar el país. Y este anti-anti-kirchnerismo hacía de mucha gente un poco más "kirchneristas". Como ese forista de La Nación, que quería ser contrera pero al final no podía justamente por los anti-kirchneristas.

Claro, no todo de este nuevo kirchnerismo que se está gestando es reactivo y anti-anti. Hay mucho de afirmación, de identificación positiva con la política de derechos humanos, con la bajada del cuadro de Videla, con el fin de las AFJP, la ley de matrimonio igualitario, la ley de medios, la asignación universal por hijo, las alianzas con gobiernos progresistas de América Latina, entre muchas otras cosas.

Pero también es indudable que dicha identificación positiva se ha potenciado de manera muy notable y poderosa, sobre todo en su manifestación en las calles el 27 de octubre, en su gestualidad defensiva contra el anti-kirchnerismo y lo que ello representa. Porque si bien es cierto que el anti-kirchnerismo es una bolsa de gatos donde coexiste gente muy distinta (un Duhalde y un Pino Solanas), la expresión más clara y temida de la movida "anti-K" es el intento de crear una restauración conservadora, donde el sentido común de Clarín-LaNación-Macri-Mariano Grondona se vuelvan el sentido común de la política de estado. O sea, la vuelta al sentido común de un Menem y un De La Rúa, donde era impensable que las Madres de Plaza de Mayo se abrazaran con el presidente de la nación.

El 15 de octubre pasado, 12 días antes que muriera Kirchner, Mempo Giardinelli escribía en Página12 sobre una pesadilla que tuvo, en la cual Cobos asumía como presidente. En esa pesadilla de un gobierno de Cobos:

Su ministro del Interior era el señor Eduardo Duhalde y en Economía hacían cola para ser designados los señores López Murphy, Broda, Redrado e incluso el siempre disponible Sr. Domingo Cavallo. Todos ellos decididos a cancelar rápidamente y por decreto el 82 por ciento móvil. También, y con la misma velocidad, se restablecían las AFJP, se anulaban completa y absolutamente la ley de medios y la de Matrimonio Igualitario, y por supuesto se eliminaban todas las retenciones agropecuarias.

Creo que es el espanto que despierta en muchos esta posibilidad, este anti-anti-kirchnerismo, el que hace a mucha gente ver al gobierno de Cristina de otra forma. Ello no quita, como decía, los gestos afirmativos de identificación. Pero no hace falta ser filosofo o hegeliano para saber que la negatividad y la negación son en la historia, y en la política, fuerzas poderosas.

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